La poda de los árboles frutales en Cheste es una labor esencial para asegurar un buen desarrollo, una producción estable y una mayor longevidad del cultivo. Cada especie requiere técnicas específicas, ya que no todas reaccionan de la misma manera frente a los cortes. Realizar una poda adecuada implica conocer el crecimiento natural del árbol, su edad y la finalidad de la producción.
En el caso de los manzanos y perales, la poda se orienta a abrir la copa y favorecer la entrada de luz. Se recomienda eliminar ramas cruzadas, chupones y aquellas que crezcan hacia el interior. En estos, es importante mantener un equilibrio entre ramas principales y secundarias para evitar sobrecarga de frutos y asegurar una ventilación suficiente.
Los cerezos, en cambio, requieren cortes más moderados. Su madera cicatriza con lentitud, por lo que es aconsejable evitar podas intensas que puedan favorecer la entrada de enfermedades. La intervención suele centrarse en eliminar ramas secas o dañadas y en aclarar el interior para facilitar la maduración de los frutos.
Los ciruelos se podan con la finalidad de mantener un esqueleto fuerte y de equilibrar el vigor vegetativo con la producción. Conviene realizar podas ligeras y constantes, retirando ramas verticales y favoreciendo una estructura abierta. Una poda excesiva puede provocar un crecimiento desordenado y retrasar la fructificación.
En los melocotoneros la poda es más intensa que en otras especies. Estos árboles frutales en Cheste fructifican en ramas del año, de modo que cada temporada se deben eliminar las ramas que ya han dado fruto y estimular el crecimiento de nuevas brotaciones. Con ello se asegura una producción anual y de calidad.
Los olivos, aunque no son estrictamente frutales de huerto familiar, también requieren una atención particular, como bien sabemos en Blastdesal. Su poda busca equilibrar la vegetación con la producción de aceitunas. Se eliminan ramas viejas, se favorece la renovación de madera y se mantiene la copa clara para que la luz llegue al interior.
